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32 Entonces les mostró la cabeza del malvado Nicanor, y también el brazo. Era el brazo que Nicanor había levantado con orgullo y odio contra el templo de Jerusalén, para insultar al Dios todopoderoso. 33 Luego, le cortó la lengua al malvado Nicanor, y ordenó que la picaran en pedacitos y se la dieran como comida a las aves. También dio la orden de que pusieran el brazo frente al templo, en castigo por su locura. 34 Y todos los que allí estaban, levantaron sus ojos al cielo y alabaron a Dios con estas palabras: «Bendito seas Dios nuestro, que con tu presencia has protegido tu templo de toda contaminación».

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